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martes, 22 de diciembre de 2009

disco play afuera de la gaveta!


Hace tres años Darwin y yo tuvimos la oportunidad de viajar a España, allá nuestra meta era visitar a mi hermano mayor, Daniel.
Así fue. Fueron 45 días hermosos en Gran Canarias, una generosa y tradicional isla que me cautivó por sus diferencias y bellezas.
Allá conocimos la Playa de Maspalomas con sus dunas, su Itsmo capital, el Roque Nublo y otros tantos hermosos lugares.
Sin embargo, a parte de la limpieza urbana y el respeto al arte, lo que más me impresionó fue su movida GAY.
Es increíblemente libre y hasta un tanto exhibicionista.
Para nosotros, turistas de latinoamerica, parecía surrealista encontrarnos con tanta diversidad y tolerancia. Allá nos topamos con un gran centro comercial gay (JUMBO), una playa gay y a decenas de parejas de todo tipo, tomadas de la mano por el paseo más popular de la pequeña isla española.
Obviamente eso me llevó a una profunda reflexión de las garrafales diferencias entre mi país y esta micro muestra europea.
Durante un trayecto de Melenara -urb. en la cual nos hospedamos- al sur de la isla,comenzó una inquietud de confrontar a la comunidad GLBT venezolana y al horda homofóbica.
Fue como un grito vital, que me decía que era la hora de representar una obra de teatro que realmente expusiera las necesidades, verdades, vergüenzas, fallas, virtudes y estado de un sector del país totalmente marginado y abordado comúnmente desde la frivolidad.
En esa "guagua" vía la playa, empezó mi proyecto, hasta ahora el más ambicioso.
crear DISCO PLAY.
Al llegar a Maiquetía, mi mano me exigía escribir la obra. Después de 2 semanas casi internado con un cuaderno y un bolígrafo, la primera versión de la obra estaba lista.
Era un borrador muy específico, con cientos de errores y escenas innecesarias y eternas; escritas desde la ignorancia del tema e impulsadas por la búsqueda de imágenes sencillas.
Lo único estable era el título y uno de los personajes: Cleopatra, una hermosa travesti gorda, con un mordaz sentido del humor.
Esa primera versión fue leída solamente por 4 personas: Darwin, mis hermanos Melita y Daniel y Fito, el actor con el que me inspiré para escribir Cleopatra.
De ellos recibí las primeras críticas.
Luego la sabia gaveta me convocó a guardarla por 2 años.
La obra descansaba en la oscuridad, mientras que maduraba en mi mente, pero aun no era el momento para darle vida.
En el 2009, un sensato, directo, descarnado y sencillo maestro -Hector Manrique- inyectó en mis venas una pasión teatral que extrañaba a cantaros.
Lleno de energía creadora, decidí abrir la gaveta y sacar ese borrador y convertirlo en la segunda versión, esta vez más concreta, directa y ácida.
Basada en una fuerte investigación de entrevistas, películas, obras, vivencias y de ambiente.
Ya la obra no podía regresar a la gaveta.
Ya no podía evitarla más.
Había llegado la hora de comenzar a terminar el comienzo.
La hora de terminar de escribirla...
La hora de DISCO PLAY

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